Carne de pescuezo


Perpleja.

Que las cosas cambian de hoy para mañana es un hecho.
Que a quien quieres hoy mañana le tienes una tirria de cojones también es un hecho que he constatado dolorosamente, que para eso me divorcié en su día. Y hoy, cuando me lo encuentro por la calle, no puedo creerme, no puedo, de verdad, entender qué ví yo en ese señor (perdón por lo de señor) que hasta tuve dos hijas con él. Supongo que algo vería, pero no me preguntes, que no sabría decirte. Era alto... y guapo... supongo que las prioridades a los veinte no son las mismas que a los cuarenta... o sí?

Pero Exma (he pensado que Pollaboba no es un nombre para el padre de mis hijas, aunque tengamos la mala suerte de que además de eso, es mi ex marido... qué cochinas son a veces las coincidencias, eh??) no tiene la culpa ni merece el protagonismo de mi enésimo sitio, así que cambia el tercio.

La cosa se me aparece cuando de repente y sin aviso previo recibo un par de emilios invitándome a una cosa que se llama hi5, o algo así, y como la curiosidad mató al gato, y yo soy gata, pues la curiosidad me mata...
Y entro a ese sitio, el hi5 por el culo te la endiño... y mira tú qué cosa tan curiosa, que me encuentro allí, expuestos como en una vitrina de carnicería, un curioso ejército de caras... digamos conocidas. Muchos hombres, muchos más que mujeres...
Y como en una carnicería, hay solomillo, hay entrecot, (me recuerda la canción aquella... tengo gambas, tengo chopitos, tengo cocletas, tengo jamón...) hay sesos, hay criadillas, panceta, callos, pechugas de pollo, huesos duros de roer, jamón del bueno y embutido de colores fosforitos, que entran por los ojos y te destrozan las entrañas.

Visto lo cual, como hoy es domingo, he decidido cerrar la tienda, y con la misma elegancia y regio porte, que diría el Forsi, con la que he entrado, he dado media vuelta sobre mis vertiginosos tacones de aguja y he salido por la puerta CASI sin despeinarme. Y sin la menor intención de volver, que yo siempre compré la carne en los mismos sitios de confianza.
El caso es que me consta que los solomillos y los entrecotes que he visto, son de categoría extra.

Pero la mortadela rosa fosforito se repite endiabladamente, incluso tras el maldito cristal de la vitrina.
Y tan pronto te aparece en un sitio como este, como en una mercería, o lo que es peor, en la sección de lencería fina delcortinglés. Y no sabes cuándo, ni hasta cuándo vas a tener ración de esta mierda.
Ya no es tan pesado, pero digamos que me genera una flatulencia que desmerece mi imagen de marquesona.

Voy a tomarme un almax para el cutis.
No pienso perder el buen humor.
Coñojoder.

AUPATLETI!!!!


Retomar



Resumiendo, podríamos decir que el verano se acaba y que la segunda mitad (léase el mes de agosto) he estado perfectamente fuera de circulación, aplicada al dulce afán de vivir tranquilamente, sin horarios, normas ni familia.

Resumiendo, la paz permite reflexión, y con el final de la molicie llegan los días de las promesas fáciles: voy a adelgazar, voy a ir al gimnasio, voy a ser ordenada y a dormir más, voy a tomarme en serio que tengo que cuidarme, voy a ser tolerante, asertiva,voy a cuidar más de mis amigos, voy a dejar de agobiarme y voy a actuar contra mis temores de hacer lo que creo que tengo que hacer. Voy a tomar las riendas de mi vida, voy a leer más, y todas esas cosas que me harían más mejor.

Resumiendo: nada.

He visitado Grecia, he visitado ciudades vivas y muertas, he hecho fotos, he dormido mal, he buscado el origen de tanta emoción, he llorado ante el Partenón con un llanto inconsolable, mezcla de síndrome de Stendhal, admiración, compasión... tanta hermosura pateada... tanta belleza, tanto trabajo, tanto estudio... lloraba como una niña, pisando suelo hollado por tantos nombres ilustres que parecía que estaba profanando un lugar sólo destinado a seres excelsos. A mi lado, cinco chicas encantadas de la vida hablaban de los últimos titulares de las revistas del corazón...

He buceado en el Egeo, un mar que parece de agua mineral. He comido yogur griego hasta rellenar los michelines sin misericordia.
No sé si quiero volver. No he salido indemne de este viaje al pasado.

Acaba el verano, o las vacaciones, mejor dicho.
Y empieza un nuevo curso con un interrogante cada vez más pesado.
Este debería ser un año definitivo, un final de etapa, un cierre de un ciclo doloroso y demasiado largo.
Tampoco sé lo que pasará, ni quiero saberlo.
A estas alturas de la peli, más que nunca en la vida, me pregunto quién soy y no soy capaz de articular una palabra.
No tengo palabras para mí. Ni siquiera expectación, vivo sumida en un extraño letargo que tampoco me gusta.

En principio, será cuestión de rescatar a las princesas y retomar la reconfortante y vacía rutina de cada lunes y cada martes.
De nuevo online, mis maltratados lectores.