Alternativa


Yo sé que mis intenciones pueden ser juzgadas de cien maneras, y que mis decisiones afectan a alguien más que a mí.

Por eso quise tender una mano que aliviara el dolor que produce mi decisión, más como daño colateral que por voluntad explícita de herir.

Ante mi mano tendida y mi voluntad negociadora, la otra parte contratante ha reaccionado mordiéndola con saña y rabia nada contenidas.

Todo el mundo sabe dónde estoy y dónde quiero estar.
La otra parte contratante también.

- "Vete tú, aquí no te necesita nadie, pero las niñas se quedan aquí".
- "Ellas no quieren quedarse, lo sabes perfectamente".
- "Ellas no tienen nada que decir en este asunto".
- "Pues yo creo que ellas son TODO lo que hay que decir de este asunto".

Es todo lo que he conseguido.

¿Algún letrado en la sala?
Se impone la vía militar, me temo.
Esto de luchar por los sueños es como darse contra la pared, coño.



Esta noche no quiero ir a la cama.
El ritual instintivo de pasear la punta de mi nariz por las sábanas en busca de tu rastro se me atraviesa en los medios. No quiero reconocerte en olores y no encontrar albergue para mis manos.
Alargo el tiempo en busca de un sueño que, lo sé de antemano, será corto, sucio y oscuro.

Mi tendencia al caos se exacerba. Desbordo márgenes y me salto a la torera biorritmos y conductas de sentido común. Desordeno las letras de tu nombre y busco cómo adormecer esta adolescencia tardía que nos coloca en el sitio que no es.

Quizá un discurso con las leyes de la termodinámica por argumento fundamental nos definiría como sistema, con un funcionamiento perfectamente estudiado y, en principio, previsible. Y yo siempre sería la beneficiada. Al fin y al cabo, mi temperatura de lagartija de diciembre me garantizaría ganar siempre.

Cuando necesito un discurso exacto como una fórmula física es cuando me encuentro con una competencia verbal francamente lamentable. Y mi conocimiento de la termodinámica tampoco da como para un ensayo...
En todo caso, asumiendo mi tendencia entrópica, siempre me consuela saber que la tercera ley no permitirá que me congele.
No del todo.

Total... que cada vez que te vas es como un arañazo, un padrastro, un orzuelillo. Un momento, pero jode que no sabes ni te enteras. Un momento, un breve espacio, un mínimo paréntesis que me descangalla el chiringo y me pone a parir.
Ahora creo que sí que me he entendido.


El sitio.


Es de todos conocido ese bonito lugar común de que el tiempo lo pone todo en su sitio.

Es menor el número de personas que sabe de mi capacidad de sentenciar y condenar (normalmente al ostracismo o al etiquetado de subnormalidad profunda con agravantes de mala follá) desde una especie de tribuna llamada blog donde me escribo encima sin más censura que la propia, que puede parecer poca pero a mí siempre me resulta excesiva.
Hasta escribiéndome encima me contengo. El día que deje de contenerme,será otro, y con toga, el que me sentencie a mí por atentar contra el honor de algún/a malnacid@.
Pero antes habré bailado sobre su tumba.

Hoy ha sido un día extraño, con capítulo social a reseñar.
Hacía más de cinco años que no coincidía con "alguien" muy especial, en el mejor de los sentidos.
Alguien con suficiente rapidez dialéctica como para aguantar el tirón y cerrarme la boca con razones incontestables o impertinencias mejor paridas que las mías propias.
Alguien que se partió (lo partieron) en dos y se retiró a los cuarteles de invierno a recomponerse, y nunca más volvió.
Alguien a quien no eché de menos cuando se esfumó (en el sentido de sfumato leonardesco), pero tampoco nunca de más, alguien que siempre estuvo en su sitio, alguien elegante e irreprochable.
Alguien con el punto justo de descaro, elegancia y saber estar.
Sus excesos míticos están en boca de todos menos en la suya. Un tipo con clase, de esos tipos con estilo incorporado de serie, no trabajado, no afectado, un caballero.
Alguien que, de haber estado cerca en un determinado momento, hubiera sido un gran pilar.
Pero no era el momento, ni suyo ni mío, no tocaba. El diálogo hubiera sido imposible entonces. Hoy era el día.

Creo que he recuperado a mi alguien. Ahora que ya lo que toca es desligarse, entiendo que perderé más de lo que quisiera reconocer, y es que perderé algo que nunca fuí consciente de tener: el respeto de gente a quien yo también respeté siempre.
Y me reconforta. Y me halaga ese "es que tú impones". Gracias, querido. Entiendo bien la intención, y la agradezco en lo que vale, pero no me gusta imponer.

Sin saberlo, mantenemos una línea de acción asombrosamente paralela y discreta, resumida en grandes sentencias: El mejor desprecio es no hacer aprecio. Somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios. Valemos más por lo que callamos.

No saben vivir sin nosotros. Pero nos hacen la vida imposible. Cuentan los tiempos en función de lo que tardas en escribir un post o pasarte por un lugar determinado a dar señales de vida... vale... que hablen de tí, aunque sea bien.
Supongo que les cuesta trabajo encontrar algo malo en lo que apoyar la insidia, la insania, la envidia, la putada de ver pasar el tiempo y verte mejorado, enderezado, florecido, floreciente, renacido, remozado, reconciliado. Que se jodan una y mil veces. Que se muerdan la lengua y se envenenen mientras te pagan una birra tras otra. Penintentiam Agite! Penitenciagite, que decía el pobre Salvatore en El nombre de la rosa!!
¡Doblen el espinazo, miserables! ¡Ríndanse ante la evidencia de su injusticia y su cortedad de miras! Jódanse y admiren el resultado de la purga, lenguaraces! (joder, cariño, lo que me cuesta poner el primer signo de admiración/interrogación!!)

Es el tiempo.
Lo pone todo en su sitio.
Y si no, pregunta a mi contador de visitas, por empezar desde algún sitio.

Por cierto... la señora de la foto de mi perfil no es cualquier foto en blanco y negro escogida al azar.
Es Isadora Duncan.


Necrológica a bote pronto


Pues me entero tarde, aunque por el excelente canal del Lagarto.
Y se me queda esa cara de "coño, que me han robado la cartera". Incluso me llevo la mano al pecho, se me descuelga la mandíbula, intento recordar que lo estábamos esperando desde hace muchos, muchos años... pero no por eso deja de joder.

Sería una estupidez decir que duele. Jode. Jode y mucho porque gracias a este tipo de sensibilidad extrema y vida salvaje, gracias a sus canciones, a mí (y a tí también) se me fijaron en el entendimiento situaciones, sensaciones y getas que no se me olvidan, que reaparecen asociadas a diferentes canciones suyas, y me llevan a tiempos más amables, menos responsables, bastante más alcohólicos, risueños, promiscuos, nocturnos. De jugar con las flores de todos los jardines, cuando aún nadie te puede quitar la corona de reina y te ríes sin saber que, antes o después, el miedo te cercará, las responsabilidades te bajarán del pedestal y pasarás directamente a Cenicienta. Ésa es la secuencia real, y no al revés.

Antonio Vega se ha muerto (ni nos ha dejado, porque nunca estuvo, ni ha fallecido, que es una palabra super hortera, ni nada de eso. Se ha muerto) y nos ha dejado así como con cara de pasmo, vaya mierda, pobre hombre, qué artistazo... ahora viene cuando todos le glosarán y dirán lo magnífico que era... esas cosas, venga homenajes, venga festivales, venga, que ahora no va a protestar...

Va el tío y sin hacer ni ruido (como casi siempre) va y se muere, con dos cojones.
Pues nada... un señor tan independiente, un outsider tan discreto y tan outsider que ni lo pregonaba (que es lo que hacen los outsider: nena, soy un outsider y si te acercas a mí, tu vida será un infierno del que yo no te salvaré, porque me importas una mierda, pero no me dejes, oh, yeah).

A mí me hacía llorar. Siempre. Me transmitía una sensación de soledad tan grande, tan profunda, que me aplastaba la congoja. Era como un desamparo contagioso. La voz, el gesto ausente, la hermosura abstracta y aplastante de sus letras... era un personaje etéreo, inasible, descarnado, indefenso a simple vista, era un espíritu libre, yo diría que estaba tocado por dones varios.
Uno, el de hacerme llorar. Otro, el de poder entender quince cosas diferentes en una misma canción. Otro, el de construir unas melodías sencillas pero hermosas.

Se nos mueren los ídolos... y no me veo apuntándome a La Oreja de Van Gogh, al Canto del Loco, a Tokyo Hotel, a Jana Montana o como diablos se escriba...

Nos agarraremos a Joaquín, que aguanta algo mejor, y rezaremos a San Jack Daniels para que nos lo conserve un tiempito aún...

Descanse en paz, señor Vega, don Antonio, y espérenos sentado.

Ooooommmmmmmmmmmmmmm


Soy de ese tipo de personas que lee, ve pelis, se pasa las horas muertas mirando un punto fijo dándole vueltas a cualquier cosa... vamos, que moverme, lo que se dice moverme, me muevo poco.

O mejor dicho, no me muevo lo suficiente como parecerme a la Charon Estón, o a la Mónica Beluchi y compañía.
Soy sedentaria y me eslomo ordenando mis cosas, cocinando para la Yeni y la Vane y comiéndomelo yo, disfruto comiendo, me engorda sólo pensarlo... pero lo del gimnasio, no sé si no tengo tiempo (que no lo tengo) o es que no me estimula enfundar mis lorzas y mis cartucheras en una malla y ponerme a hacer cosas absolutamente ridículas, pudiendo leer, o ver pelis, o mirar un punto fijo intentando levitar (que no levito, claro... estoy redonda!)

Total... que de endorfinas ando tope deficitaria, y llevo tres semanas de baja con una ansiedad del carajo. Me endiñaron ansiolíticos y antidepresivos, que supongo que para el caso es como si me hubieran mandado calabacines en forma de supositorio.
Como no estoy deprimida (que yo sé lo que es, por desgracia) y la ansiedad no me da la gana de enmascararla con pastillas que me secuestran los sueños, he decidido ser una tía proactiva (¿de dónde saca la gente los palabros éstos?) y hacer algo por mi persona.

Y... bueno... la señora de la entrada me dijo que el profesor de TACHÍ pensaba que eso era un poco difícil para mí (a ver... tengo dos carreras universitarias sacadas jugando al mus en la cafetería de las facultades, y ganando en un porcentaje altísimo de las vacas, que hay que decirlo todo. Tengo un cociente intelectual que es como una etiqueta de anís del Mono, pero es jodidamente alto... y peso tantos kilos como que me sobran seis, no veinte, vaya... que no me siento un ser humano de movilidad reducida, sólo una tipa con el culo gordo, un hipotiroidismo cabrón que me descompensa los cuartos traseros y un par de partos a la espalda...)
La cosa es que, lejos de desanimarme, decidí que el profesor de TACHÍ es más tonto que un bocao en la polla a las siete de la mañana, y que tendría que relajarme de otro modo, y que aunque lo que me apetecía era partirle las piernas al TACHÍ de los huevos, mejor mantener la calma ésa que no tengo y que se me pierde por ahí de vez en cuando. Demasiadas cosas en la cabeza y un reloj tan tacaño... y eso de no poder dar dos hostias a tiempo, qué malo es, joder.

Y la profesora de yoga decidió que para la ansiedad me iba a ir muy bien ir a sus clases. Pos vale.

Y oye... que ayer fui a mi bautizo de yoga.
Qué decir... es como querer hacerle un nudo a la pata de un banco. Un relax mortal, eso sí. Si me quejo de que me sobran kilos, hubo un momento en el que tuve la sensación de ser tan pesada que era incapaz de moverme.
Pero la inquietud máxima fue en un momento crucial de la clase.

Situación: Anita, rodeada de otras doce señoras de su edad y para arriba se ve a cuatro patas, metiendo el hombro izquierdo por debajo del brazo derecho, pegando el moflete al suelo, levantando hacia el techo el brazo derecho una vez que apoyaba el hombro izquierdo, y girando la cabeza hacia ese brazo que miraba para arriba.
La pregunta fue: para qué lado me voy a dar la leche? He perdido la orientación, estoy completamente retorcida sobre mí misma y esto tiene pinta de irreversible... si no viene la seño, hay que avisar al cuerpo de bomberos (oh, yeah!) para que me desanude. Que -ven -gan, que -ven -gan!!!
Unos nerviosssss..... una risa floja... un pedo que quiere salir, un apretón de glúteos, por dios, aquí no, hoy no, que es mi primer día, coño, Anita, controlando esfínteres!!
El pedo volvió a su sitio, si es que lo tenía, pero fue perfectamente contenido. Entre que me caigo y no me caigo, no me caí.
Conclusión: puedo más de lo que pensaba, aunque mi flexibilidad ha caído en picado como los tipos de interés. Mis abdominales son de mantequilla, pero hoy tengo agujetas, luego entonces... aún hay futuro para mí.
Y he dormido como hacía años que no. Y sin valeriana siquiera, ni un polvete en esta cuaresma que me gasto, ni contar ovejas... caer en el catre y entrar en coma profundo.
Virguero, el yoga.
Que se joda el de TACHÍ, y que tiemble la Charon Estón.

Teclas caídas?

Sois todos unos cabrones.

Y esta frase no es para epatar, si es que esa palabra pedante y hortera existe, que ojalá que no.
Es que sois unos cabrones!
El Instigador se la envaina (espero que sólo para cambiarse el disfraz).
El Dedos ha desaparecido como por ensalmo, da igual que lo busques por un lado o por el otro.
A la francesa, hala!!
De Carlitos Satán ya ni hablamos... ahí tiene el blog hecho un solar.
Coco está haciendo de Nemo o de Dori... espero que no lo pesquen para pescadito frito...

ELLAS van escribiendo sacando el tiempo de debajo de las piedras, pero vaya galvana que tenemos!!
Esto qué coño es? La primavera??

PROPUESTA: Hacemos un fondo común de seis euretes y fundamos una editorial??
A ver si así...
Siesquetenemosunegoooooooooo.....