En alguna ocasión me retrataron de espalda y colgué la foto.

Otras veces publiqué partes de mi cara.

Yo soy esta cara de la foto, según dice ahora mismo mi webcam. Con toda la intención estoy escuchando el Concerto per Margherita. Pocos ya de los que siguen este pañuelo lleno de mocos conocen la historia de amor entre esta canción y yo. Y quien lo pudiera entender, a estas alturas, debería haber dado señales de vida y lucidez en algún momento previo a mi decisión de no perdonar.




Y esta que lo es (¡vaya si lo es!) ha sufrido un ataque de apatía y abulia, una melancolía difusa, un desencanto, un "¿para qué más?", un acceso de realismo (Belén Esteban se está haciendo de oro haciendo lo mismo que yo: airear su mierda y decir palabrotas).

Lo noto en mis ojos y en cómo se me está poniendo todo el pelo blanco a una velocidad que me asusta y me proporciona una agradable sensación de vértigo. Se me dulcifica el rostro y me siento cansada y sin ganas de pelearme contra elementos que ni siquiera sé si lo son, o son mis propios gigantes.

Mis referentes se han caído sin aviso previo. Me siento profundamente sola.

Siempre tuve claro que esto sólo era un espejismo. Ha durado más de lo razonable, le estoy agradecida a blogspot y a mi facilidad para dar forma de renglones a mi emoción.

También me propuse, a modo de juego y como medida disuasoria, que mi último post sólo sería una sonrisa (lo siento, no damos para más) y un enorme gracias.

A todos.