... a mí tampoco me interesan los días pasados si no es para recordar los momentos en los que logré un esbozo de sonrisa levemente apuntada en tus ojos imposibles.
Tampoco me interesan los días pasados sino en su calidad de pasos que me aproximaron a tí con un tempo insoportablemente lento, y que sólo tuvo sentido cuando dejé de tener prisa y aprendí a disfrutar del laberinto que tú eres, de las vueltas que me haces dar, de lo difícil que me resulta no apasionarme y ser cerebral, y razonar con lo que tengo encima de los hombros, y no con alguna víscera de las partes blandas.
Quizá me interesan algunos días pasados que atesoro y manoseo poco menos que a diario para tenerte presente. Días en los que tu calor trascendió hasta el punto de que lo rememoro y no quiero abrir los ojos y no verte.
Me interesa lo que me cuentas, lo que me lees, lo que me das y lo que me dosificas, me interesa ver que ahora, a veces, cantas.
Que ahora, a veces, ríes abiertamente, bajas la guardia y eres tú, grande, entero, cierto y mío.
Sí... yo también me sorprendo deshaciéndome de mi armadura, con la necesidad imperiosa de mostrarme ante tí sin nada que no sea mi yo más despojado de cualquier artificio.
No me interesan los días pasados en los que no estabas.
Me apasiona esta labor de hormiguita laboriosa, construyendo despacio, intentando no dar un paso en falso, intentando que nada duela, conciliando desatinos y alegría, compartiendo sartenes y copas de vino, delantales, sábanas y pinzas de la ropa.
Me gusta tenerte en casa.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Tampoco me interesan los días pasados sino en su calidad de pasos que me aproximaron a tí con un tempo insoportablemente lento, y que sólo tuvo sentido cuando dejé de tener prisa y aprendí a disfrutar del laberinto que tú eres, de las vueltas que me haces dar, de lo difícil que me resulta no apasionarme y ser cerebral, y razonar con lo que tengo encima de los hombros, y no con alguna víscera de las partes blandas.
Quizá me interesan algunos días pasados que atesoro y manoseo poco menos que a diario para tenerte presente. Días en los que tu calor trascendió hasta el punto de que lo rememoro y no quiero abrir los ojos y no verte.
Me interesa lo que me cuentas, lo que me lees, lo que me das y lo que me dosificas, me interesa ver que ahora, a veces, cantas.
Que ahora, a veces, ríes abiertamente, bajas la guardia y eres tú, grande, entero, cierto y mío.
Sí... yo también me sorprendo deshaciéndome de mi armadura, con la necesidad imperiosa de mostrarme ante tí sin nada que no sea mi yo más despojado de cualquier artificio.
No me interesan los días pasados en los que no estabas.
Me apasiona esta labor de hormiguita laboriosa, construyendo despacio, intentando no dar un paso en falso, intentando que nada duela, conciliando desatinos y alegría, compartiendo sartenes y copas de vino, delantales, sábanas y pinzas de la ropa.
Me gusta tenerte en casa.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
3 comentarios:
Saber que está feliz, me alegra el día madame; hoy tomaré doble ración de agua, a su salud y a la de su presente.
Si ve que no tiene agua a mano, siempre se puede apretar un vinito y brindar, eh?
Brindo yo también (pero no con agua, que da mala suerte) por el presente de todos, a ver si así...
Un beso, señor Deslenguado :)
qué preciosidad...
cuando dejas de tener prisa es mucho mejor.
un beso.
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