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Salón de casa, 0:39 AM

Querido:
Me asaltáis a partes iguales el sueño y tú.
Desde mi ventana veo algunos neones que me recuerdan otros de tiempos felices y extraños.
Tras el cristal miro llover con furia mientras apuro el enésimo cigarrillo y te recuerdo sin prisa.

Se ha hecho de noche mansamente, sin prisa, perezosamente.
Se nos ha ido el día.
A mí intentando arrancar sonrisas infantiles ( lo he conseguido poniéndome los patines y dejando a la ley de la gravedad hacer su trabajo). Supongo que a tí paseando con tu mujer, con tus hijos, quizá yendo al cine o quizá solo, leyendo, paseando, o simplemente dejando pasar el tiempo... quién sabe qué es de tí.
Es duro el tiempo en el que no tienes nada nuevo ni nada bueno en lo que ocupar las horas.
Es dulce la nostalgia de lo que no existió nunca. Tú mismo, sin ir más lejos.

Cómo eras entonces, cuando te soñaba en mi cama leyendo tebeos? Dónde estabas? Qué hacías, qué haces ahora?
Siempre tuve la certeza de que existías en algún lugar fuera de mi imaginación.
Sin embargo, hoy tengo la necesidad de despedirme de tí, como lo hice en su momento de los Reyes Magos, del Ratoncito Pérez, de Supermán.
Hoy, cuando he dado con mis huesos en el suelo he percibido la realidad de mi prosaica existencia. He sido consciente del paso inexorable de las horas, de que los años, aunque digan lo contrario, sí que pesan.

Hoy, tras sentir la repercusión del golpe a lo largo de mi espinazo, he sentido una sensación de derrota. Amarga.
Nunca busqué, siempre encontré, y eso me desvió innumerables veces del camino que podría haberme llevado hasta tí.
Me pregunto cuántas renuncias más serán necesarias para encontrar el nivel de exigencia que me convierta en una mujer razonable, seria, formal.
Cuántos sueños rotos, cuántas decepciones.
Querido... habría sido un placer. Estoy segura.
Porque, aun siendo sólo un producto de mis desvaríos, el más antiguo, el más elaborado, el que más ha perdurado, aun no siendo más que una bella entelequia, sé, con toda seguridad, que a nadie he amado como te amé a tí.
Esta noche, apurando el enésimo cigarro, cautiva, desarmada y tullida en el culo, pero sobre todo en la dignidad, me despido de tí, de tus abrazos imposibles, de tu cuerpo de armario ropero y tu pelo negro. De tus dulces palabras nunca dichas, de tu protección infinita.

Me siento muy cansada para atender requerimientos del hombre invisible.
Tuya. Afectadísima...

6 comentarios:

Lúzbel Guerrero dijo...

¡PLÍÑ! vuelvo enseguida

Lúzbel Guerrero dijo...

¡No!, no tire la toalla todavía, que me pienso dejar crecer el pelo y teñírmelo, ... y el cuerpo si fuera necesario, hasta alcanzar las dimensiones requeridas

Ana dijo...

Y me ofrecerá su cuello de espaldas?

No se tiña, por favor, no me sea modorro. Las canas son preciosas.

Quizá le espere.
Con porros y vino, al final de la tarde.

No tiene usted arreglo, eh?
Un beso.

Lúzbel Guerrero dijo...

De espaldas un ratito, y luego lo demás; ...¿canas?, ¿qué canas? no hay ni un solo pelo blanco en mi cabeza, ni de ningún otro color. En cuanto me deje crecer el pelo otra vez, le diré cómo salen.
Es verdad, no tengo arreglo,..pero sil o quiere intentar ya sabe donde encontrarme, en el muelle D a las 4,00 AM (la hora del bocadilo)
¿Mejora el culín?; tengo entendido que no es la ley de la gravedad la que causa esos daños, sino los obstáculos con que se encuentra en su camino. Besos sin mordiscos.

d2 dijo...

Fantástico tu blog. Una gozada leerlo Gracias

Ana dijo...

LÚZBEL, el culín está perfectamente dolorido, y no podía ser de otra manera. El obstáculo que encontré fue un suelo de planchas de hormigón :(

Estooo... que no se deje crecer el pelo, que empieza a gustarme el rollito Yul Brinner :P
Beso.

d2, bienvenido... pero díme... quién te trajo hasta aquí? Soy cuidadosa en mis comentarios y me llama la atención verle por aquí.
Un chivatazo, quizá? :)
El pato?
Hay que comérselo, se lo digo completamente en serio.
Un beso.